La barca de la gloria

La barca de la gloria

Debemur morti nos nostraque: Horacio,
Epistola ad Pisones, v. 64

No estés triste, Carlos.
La muerte paga todas nuestras deudas.
El rumbo de la eternidad es la primera estrofa
del proyecto. Y este canto es el viaje:
el fundamento, el Ser, el hombre libre,
interior, inmortal, más humano.
Hila con amor el entramado
de sus vidas y sus continuidades
quien en esta Barca ha subido.

En la gracia de lo Eterno, el viajante
jamás repetirá: Soy cadáver, no seré-uno-con-otro.
No dirá que es maldición, o karma, o juicio
que lo lleve despacio sobre el río del olvido.
El rumbo de la eternidad es un POEMA,
un texto en carne y hueso, rescatado.

Este es el destino de ir en pos del texto,
tejer esa esperanza con palabras,
navegar en barca de gloria por la Estigia
y verbalizar con remos la hipótesis
del porvenir, remar con gozo.

Esta es la música con que se reúne
tu corazón y el mío, dos galeotos dispuestos
a acompasar la danza de las cumbres
y soles asequibles y despertar en nueva madrugada
en tierra otra vez, abrazados, rimados
en el dulce horizonte, rítmicos en la tarea
del reencuentro reencarnante, necesario.

2.

El que regresa y alguna vez, en barca gloriosa
se fue del puerto más querido,
no tiene que saber muchas cosas.

Vale que sólo algunas, a más pocas mejor,
pero que las sienta allí, donde pueda
tener raíz alguna de ellas,
donde la pasión sea más que palabra,
¿qué es lo querido?

No necesitaré lo que ya tuve

Sé demasiadas cosas para ser
el poeta de la muerte, el testigo apropiado,
la consciencia. Lamento que haya aprendido
tantas cosas y las tenga en el libro de mis días;
olvidé cómo se metieron, tan intrusamente,
donde yo no las quiero. El que regresa
y, en una barca gloriosa, se fue del puerto
más querido, algo sabe, sin embargo,
que adeuda, por algo a la vida regresa.

Sospecho que no necesitaré lo que ya tuve.
Ni seré adquisidor que nunca se sacia;
son demasiadas cosas
las que tuvo quien quiso ser un poeta de la Nada,
un cesador del alma-henchida de sí misma.

Aún así regreso. Voy en barca de gloria
A mi destino y estoy en el proceso de vaciarme.
Desde hoy andaré desnudo, sin el vestido
de aquellos apetitos y artilugios que únicamente
llenan el alma de palabras y lenguaje
y deudas, inautenticidades.
8-8-1987

Viajeros

They knew what they wanted: Sidney Howard


a mis abuelas y mis bisabuelas
Cristina Nieves, Laura Alicea
y Dolores y Eulalia Prat

Los pioneros no son como loros
en las estacas. Al contrario,
son callados, tesoneros, incrédulos
sin fragilidad, optimistas con cautela.

Tienen un justo tino.
Emiten pocos juicios,
pero con plena contextualidad
de los hechos. Van al grano.
Han soportado en sus espaldas
el peso de largas tiranías.
Les decepcionó el absolutismo,
pero son un tanto mollejones,
puritanos, ortodoxos, persignados.

Demasiados illuminati y charlatanes
a sueldo, a sotta voce, han venido
a seducirlos y a ofrecer sus falsos dioses
y profetas; cagatintas son
que hablaron, alborotaron al mundo.

Los pioneros oyen muy pocas veces
y no se adhieren, empero
muchas más son las ocasiones
en que el pedido es intenso:
¡Conspiremos!

Unos pocos se van y regresan
con las almas en pedazos.
Culpables de la infamia
por una esperanza social de amor humano.

El Abuelo pionero creyó en la ciencia
más que en la política y los anarquismos.
Capciosos son los reyes viejos,
e impredecibles los golpes
y corrupciones de los generalasos.
Sin embargo, el Abuelo susurró,
cuasi callando: «hay que hacer algo».

En 1915, el tétano adquirió sus rangos
de epidemia. El tomó nota y volvió
a susurrar: «Hay que hacer algo».
No preguntes a él por qué lo piensa
ni quiénes acudirá, ni cómo...
No ha decirte nada excepto lo que ya dijo:
¡Hay que hacer algo, hay que hacer algo!

2.

a don Narciso Rabell Cabrero,
ex-Alcalde y paleontólogo del Pepino

Subió a los taxis motorizados
por primera vez y apoyó a Henry Ford
que construía tractores de faenas
para el campo. «Esta es la historia,
la que crea, la historia de los hombres
hábiles e investigadores. Lo demás
son embelecos y pamplinas», dijo don Narciso.

Sus coetáneos todavía fueron rebaños,
humildes reses que vivían para el trabajo
bajo una economía de sueldos miserables;
ética del coraje, voz maldiciones
y encima, los fuegos y huracanes,
la casita de yagua, todos juntos
en dolor, mas estoicos en valores.

Y en las haciendas, un patrón
celoso de lo suyo, en los talleres,
la sobrevivencia, el obreraje,
hambriento y resentido,
aguantando, todod desoídos por el mundo
o, más bien, los poderosos. Cocorocos.

Pocos abuelos hubo como aquellos,
padres-colectivos del progreso:
él era uno, Rabell Cabrero,
y Aguedo Vargas Labaille,
«padre de los pobres»
y Jacinto Rodón, don Chinto,
y a ellos... había todavía
que contarlos con los dedos.

Los muertos hablan por teléfono

El teléfono transcontinental ya fue inventado.
No para el pobre. De Graham Bell y Watson
hablará el Loro Guillé como si trajese
profecía al pueblo, no lo cumplido.
«Para el pobre no será que se hizo»,
dijo. «Eso es más que el telégrafo.
Es la voz misma la que oyes,
es como si hablaras a distancia
con un muerto»

Los suicidas

Viento suicida, fuego-hombre,
kumikaze, a las cuatro esquinas de la tierra
y la consigna es una: Austria est imperare
orbe universum, porque «son los mismos»
y cada día se vuelven más violentos.

A la Corte prusiana subirán
estos sahumerios a la Muerte,
estos silencios cómplices
que avanzan como sionismo hertzeliano
y deja su Domingo Sangriento
entre wobbies y sindicalistas
ante la mirada fría de Roosevelt
maldiciéndolos.

La memoria renovada

Toqué en puertas que ya no se abren.
Reconocí a gente que mi nombre ignoran.
Dije a veces lo que menos me importa.
Cerca de mí, si estuvieron, ya no me reconocen.

Tragué frases por mi garganta nueva
y se depositan en lo gutural del olvido.

Algunas palabra son como sepulcros.
En vano vibran las campanas para los sordos.
En vano fluyen peces de luz para estos ciegos.
Y me siento mudo para emitir otro grito.
Y desenmascararlos. Invoco,
en ansiedad desesperada.
mi lenguaje nuevo.

Los kármicos

Los pioneros vieron las huelgas
de textiles, las batallas en los ferrocarriles
y las minas de acero, pero la Mano Invisible
es descentradora y los pioneros juraron no meterse.

En la centralidad de ese riesgo
donde un puño los azota, no pelearán
contra la sistemática inmoralidad que los circunda;
que se joda el anarquista, si es que mató
a MacKinly, que no se escuche el por qué.

Nadie pregunte sobre el hombre,
siendo que ya fue descrito:
criatura de meros apetitos
y sensuales pasiones.

Leyeron a Bacon, Hume, Bentham,
Locke, Mandeville, típicos filósofos británicos.
En la fábula de las abejas están ya sus valores.

La Guerra está a las puertas: «Each in war
against all»; el que sea el rey de su colina,
cómase al prójimo. Bentham lo aconsejó
en su tiempo: Eat Your Neighbord Policy.

Roosevelt se anexó el Canal de Panamá;
ahora se maneja bien en su Caribe
y él y sus seguidores castigarán
lo que definan espionaje y sedición,
van a aplicar los conceptos al negro,
al indio nativo, a los que han ido llegando
del Oriente de Europa, van a quemar vivo
a Pancho Villa, el General Pershing
y seis mil de sus soldados,
se han metido en los rincones de frontera
por hallarlo inútilmente; pero,
«hay que hacer algo», ya lo dijo el abuelo.

La mordida

No siempre una palabra significará
lo que se espera por más pulgas o sarnas.
Concedamos que el ser es un ladrón escapadizo
Así como se pierde el buen billete para el hurto
por las junglas urbanas de cualquier perro hambriento.

Como en las olvidadas denominaciones.
La cifra caprichosa, el signo bruto, es el hueso perdido.

Una mano tranquila comete el crimen más violento
y la fe que se emperra en el ladrido por lo incierto
es la palabra canina, golpeada por el lomo
y parece que brota de una memoria tan corta,
tan maldita, tan mezquina, que se hunde su mordisco
en lo más tiernamente aparente, lo humano
y por el más vivo extravío y perdura la pedrada
de una frase incompleta, aún cuando los ojos mientan
lacrimosamente, soy tu hermano, te conozco.

Regreso a los ecos plenos de quejidos
y la oración de moribundos, me permite vivir
y pedir la barca de gloria; soy yo quien vendré
a consolar a estos perros heridos, porque las palabras
hieren, a veces hieren más que los cuchillos
y las dagas turcas de ladrones y colmillos afilados
de los mercenarios, represores e invasores
de la centralidad que nos vincula
en la endogamia y el olfato

La muerte del hombre monológico

La crítica posmoderna no busca aniquilar al sujeto,
sino descentrarlo... de lo que se trata ahora es
de abrir el campo a una pluralidad de sujetos
que no reclama centralidad alguna:
Santiago Castro Gómez

El futuro no es fijo porque siete cabezas
tiene la serpiente de los seres sensitivos
y salta de los cuerpos miserables,
tridimensionales, a la consciencia profunda.

Se enrosca, se anida en un hoyo azul,
charco hacia el manantial de las estrellas
donde puede hallarse el silencio,
la quietud, el balance, el perdón,
el gozo compasivo, y otra vez
acaecer, encarnarse
y reclamar el derecho
a la centralidad,
el modelo antibenthiano.

Para morir de nuevo
no elegirás, hijo mío, el ego cogito
de los Cojos / rencos cartesianos,
el yo pienso a solas y con bastón doy palos,
el yo quiero y conquisto y desarmo
y descentro y borro del mapa
otros espacios.

Tu modelo será otro, no todopoderoso,
no autoritario; tu sujeto estará
en la Cesta Hermosa, la más bella
de las Tripitakas y las Cárites.
En la Era de Hombre Común,
vas a matar al hombre monólogico,
fáustico, imperial, en sí mismo,
engolosinado.
3-2-1983

Murió Pascasio Lamourt

Mi cítara se ha puesto de luto.
Versa est in luctum.

Don Pepe una esquela lleva.
El negrito la gritó por el pueblo.
Un masón dirá de quién se trata;
recordará de sus huesos lo debido.

¡Habla, don Lino, tú que sufríste tanto!
Preséntale sus respeto ante el Santo de Narbona.
Házle su buena caja, el ataúd y que la lleve
en sus buenos hombros reposada
Abejón, Bacalao y Chalo Mancha.

Murió el más alegre de los agricultores,
uno que enciende los bateyes con contento.
Murió Pascasio Lamourt, de la negrada
de Magos. Y el Cidral está en luto.
Lloran y rezan los peones y las campesinas.
Murió Pascasio, el buen hombre.

Piadoso, bonachón, gregario,
generoso es con los pobres de sus predios;
se va, absolve Domine, porque su bragueta
fue experta en hembras de todos los colores;
se fue, por caminos de eterna indiferencia,
aquel que mucho amó; se va, dejando
aundancia de su cepa en los campos.
7-2-2005

La barca de la medianía

En la cáscara de las medianías, la palabra
se descansa sonoramente muda e inverificable.
Como perro golpeado se espanta el pensamiento
por ariscas mansedumbres, sin dilema.

No siempre una palabra es aquello que el ser clama.
La palabra es sólo gesticulación, galgo aliento,
rabo lleno de pulgas, bostezo, salivoso hartazgo,
qualia de corazón hambriento. Y su rechazo.

Arbitrariamente, las palabras se urden,
se fijan, se trastocan, se formulan y, en fin,
por tanto remanirse el nombre de las cosas,
la usanza es hierba y ortiga, broza silvestre
y míope verjel, procaz jeringonza,
con intención vituperante.

La barca apropiada

Desaloja el texto que no te pertenece.
Pela mejor tu corazón con las metáforas.
Vibra en la transición desde la barca
que te navegó por los cielos
hacia el contorno rojizo de la Tierra.

Se destasaja al ser que preguntó por raíces.
Y siquiera lo bello de la esencia queda por semilla
en los que no agradecen, ni reconocen la memoria
que les da la muerte. Tapan los orígenes,
se apartan, rechazan al que piden: ¡Canten a la Madre,
a la Dama Oscura, a la unificadora de sus días!

Así en miseria puede que te encuentres cuando vuelvas.
Ni cáscara húmeda, digna de pudrirse, es el rasero de sus días.
Ni la instancia de cultos al sol y la luna, a sus filosofemas.
Mas eres tú, no mi mano, una que siembra.
Tú, ve por tu poema, tú, sacerdotisa,
tómalo por compañero.

El abuelo

La heterogeneiadad y el diferendo son, pues,
consubstanciales al habla humana
y no se pueden eliminar: Santiago Castro Gómez

Unos hijos del abuelo están allí.
Entre las brumas, les ví... interesados
en las fuerzas hidroeléctricas,
la evolución estelar,
la electricidad positiva de los rayos.
Aplicarán lo que aprendan
en los análisis químicos y el Abuelo
mientras tanto, callado, prepara
su tiroxicina pura.
Tratará los males de tiroides.
También estudia el tétano,
la influenza y la tuberculosis.

Dijeron por la radio que asesinaron
al archiduque austríaco, éso ni importa.
Norteamérica será la envidia del mundo,
tarde o temprano, tarde o tempran.

Mientras trabajan, a las niñas
los piesitos les brincan, a escondidas
siguen el ritmo de Chicago,
da gusto escuchar el piano de los negros,
el saxo lúgubre, visceral... esa música
del Veinte se está yendo hacia Europa,
mas Chicago es el centro mundial.

Ya se acabó la guerra,
bloquearon a Inglaterra,
hundieron el Lusitania,
se batalló en Verdún.

El Abuelo supo de veinte millones
de muertos en el mundo, serán
más los que sume la influenza
y la guerra, al parecer.

Pero aún dice: «Calláos,
que nadie llore en mi presencia
al menos». Baby Ruth es lo que escucha
bateó un run-run, 567 pies con el batazo,
y fue para los Media-Rojas,
Boston festeja; ahora en Pittsburgh,
Pensylvania, se oye la radio a diario.
Se sabe inclusive que un sismo mayor
que aquel de San Francisco
hundió la provincia de Kansu
y como moscas cayeron entre ruinas
y mangles 200,000 chinos
que habrían podido hacer ferrocarriles.

«Hay que hacer algo»; pero la voz generosa
es débil, la filantropía no existe aún.
Hoover lo dijo: lo que existe es
el individualismo americano.
«Nadie es moralmente responsable
por la vida ajena, su bienestar
o su felicidad», fue hooveriano.

La esencia reuniente

A las palabras las empuja el viento
como a larvas de deshonra sobre la porosa piedra
a la que se ha llamado el alma.

Alguna frase quiere el sublime espíritu del Todo,
el Infinito, el misterio, la Muerte.
Es la que te pertenece. Mas no dejes
que vengan hooverianos, pragmatistas, duendes
ultramontanistas, espiritualistas de luna sangrienta,
a vestir imperfecciones con camisas de fuerza
que lo gangrenan todo. Con rituales
de puras gargantas, secas, gimen, posan dolor
y arrenpentimiento, gesticulan.

¡Ay, pero ni en el dolor cabe todo lo que se palpita
por ser y por nombrarse en la experiencia humana!

Deja que te quieran cuando estés más callado.
Sé incrédulo, cárgate de silencio, pero no seas rencoroso,
no estés triste, pero que tendrás que besar muchas metáforas
y darlas a oídos que esperan y corazones vacilantes
que, con un hambre larga e incómoda, te esperaron,
panadero de dulce bocado, discretos en el rincón.

Que comiencen a comunicarse contigo
los que antes se asqueron por mí, La Muerte.
Comprendo que se aborrecieron de morir.
Se asqueban a sí mismos, por finitos;
no dejaron que los amara yo, la Esencia
reuniente de lo oculto, la raíz reunidora
y dialéctica de lo rescatable.
9-10-1996

Llegó tu rey

a Mariana Rubio Mestre de Rodón (n. circa 1826)

En los días en que nacíste,
los días fallidos de Pepe Botella,
Napoleón puso en libertad a Fernando,
ese santo petardo que en Valencay
preso estuvo de sí mismo,
pues uno es que no sirve para nada,
uno es que se lanzó a darse
un abrazo con espectros,
ondinas en las charcas de Cefiso,
a darse banquete con su ego,
con su narcisismo.

Y llegó tu Rey, porque le llamaste
tu rey Fernando VII, y crecíste oyendo
su nombre y a quienes le maldijeron
porque, en los tiempos en que llegaste
de Venezuela al Pepino, alguien, unos pocos,
sabrían lo que es un rey verdadero
y cómo, por falta de vergüenza y osadía,
empero fabricaron una casa,
Casa para el Rey que no merece.

Mariana, tu rey es charlatán, represor, don contreras
y su corte está compuesta de seres sin honorabilidades,
parásitos, enemigos del trabajo productivo,
malos entendedores, granujas, sanguijuelas.

Y llegó tu rey en los días del Comandante Riego
y de las tropas destinadas a América.
Pido otra cosa, princesita de mi casa.

2.

Tu padre, quien te dijo estas cosas,
dio vivas por aquel que proclamara
la Constitución de 1812, y a los rivales
del proyecto liberal, llamó demonios negros,
memorias del motín de Aranjuez
contra Godoy y las tropas de Murat
en suelo patrio y, en Bayona,
memorias de traiciones.

Y llegó tu Rey, que juró la Constititución
que amó tu padre, tu rey que no sería
ya más el suyo, Fernando el contaminado,
mal que no tiene cura, séptimo cuervo
entre absolutistas y parásitos…

3.

Fernardo escupió sobre principios
de su juramento una vez que levantó
su mano ante las Cortes y dijo:
Creo y serviré esas normas
presentadas en Las Cabezas de San Juan;
creo y serviré, vacías palabras
y mandó a los agentes de la Muerte
contra los hijos valientes de su suelo,
contra misericordiosos,
contra los que no creen en falsos sueños
ni en sucesivos homicidios.

Y se fueron por Mina, el sublevado,
por Vidal, Lacy y Porlier, ante quienes vocales
de la Muerte exhortaron: «¡Hay que matarlos!»
Y tu rey, Marianita, el rey que ya no podía
ser amado y compadecido por tu padre,
reestableció la Inquisición,
persiguió la prensa, el pensamiento libre,
las imaginaciones de los espiritistas,
los masones, los poetas afrancesados,
los obreros que leen, los que saben
que, organizados, son más sabios que los sabios.

Fernando se vistió de mala muerte

Fernando, tu rey, se vistió de mala muerte.
Encarceló a quien habló sobre la luz y el fuego
y dio promesas y consuelos para el hombre maldito
en diluvios de su propia sangre derramada.

Y un día, con ayuda de la Santa Alianza,
tu rey, el soberano que aún
no había sido maldito por la boca de tu padre,
llenó con 100,000 tropas las calles de Cádiz
y el Duque de Angulema dijo,
con voz vibrante, umbría, temible,
Yo soy la Muerte

… yo, el Gran Carretero de la Estigia,
caronte armado, duque para los huesos molidos
y los culos pateados. Vengo por las memorias
de Mariana Pineda y todas las marianas
que en nombre de Mariana son marianas.

Vengo por Torrijos, a su pecho
lo llenaré de balazos, vengo
por los empecinados y, especialmente,
al Comandante Riego preparo su muerte
en el cadalso. Ni el Cura Merino
escapará de mí, voy a matarlo.
Lo juro ante el Ministro Calomarde
y ante tí, Infante Carlos.

Para matar a la bruja

Leo Strauss said that no woman could be a philosopher:
Tony Pappert

Para matar la bruja originaria, la que instruye
que la sobriedad debe custodiar el intelecto y poner
a raya la filolía extremada que cabalga
en ancas / nalgas sensualonas, se organizaron
los más ricos del Pueblo, Francisco Rodón
que tenía 751 cuerdas terreras en Guajataca;
Juan Rodón, 680 cuerdas que eran suyas
en Eneas, Andrés Cabrero y cinco hijos que su mujer
le dio antes de 1870, cuando la muerte les buscó
por todo el campo, pero les halló
al fin y al cabo en trecho urbano...
para reducirla a la paz, esquinarla,
se organizaron los Font, los Echeandía,
los Castro, los Bernales, los Del Río...

Las brujas no son como los hombres
que rechazan la Alquimia, pero admiran
sincretismos misteriosos; en el corazón
de los Illuminati, sea en Baviera o Renania,
o Cataluña, París o este pueblo perdido
de Pepino, las brujas ven el corazón
y clavan ojos que lo alegan y lo desnudan todo:
crueles sóis, inverecundos, procaces,
libertinos, acumuladores, embusteros,
cuchillos carniceros, manos largas,
¿qué pueden contra mí? ya les conozco...

Tranquilas, señoras, a la casa,
a coser y a rezar, tranquilas, que ustedes
no son inteligentes y el mundo está lleno
de guardias infiltrados, tentadores policíacos,
inquisidores, y la paga de ser bruja
es muerte, desprestigio, miseria...

El Guayabal en llamas

Háblame sin temor. Desde la cuna,
el libro del dolor sé de memoria:
Ramón María Torres (poeta pepiniano)

Mariana mía, has estado tan triste.
Y tu corazón es El Guayabal en llamas.
Y tu edad, una chispa luminosa
que el 31 de marzo, a las 4:00 de la tarde,
se enciende con tormento.

Sentidós casas de los fundadores,
herederos, inicial progenie de Pepino,
se poblaron de escombros y cenizas.
Los que llegaron en los días
de los condes de Floridablanca, Aranda
y la Reina María Luisa de Parma,
te espíaron desde sesenta y dos chozas
de mi gran mirada, y se preguntan:
¿qué hizo esa mujer, Mariana Rubio,
esa mujer venezolana, esa que amó
al rey equivocado, cruel
por la falta de chiquillos?
¿Quién hay que grite por amor a sus oídos?
¿Qué hizo que nos dejó en la inopia?

Con una vela de corto pabilo
y lenta llama, te vimos ese año,
ese final de marzo, ese macabro día
con ocho horas de fiero desenlace.

¡Hija de puta reina, nos quemaste!
Nos arrastraste al infierno de la hoguera
porque validas la sangre de Borbones,
Mariana, hija de Mestre, pionera
entre los Oharriz y Rodones,
¿qué hicíste con la vela?
¿qué hicíste en nombre de Bolívar
o para soltar el trapo de tus aflicciones?

Adelantaste el averno de las divisiones.
Escindíste el pueblo originario.
Ya sólo la muerte purificará
lo que ha nacido: el renuevo
de los liberales, la reacción
en violencia aniquilante.

Ibas a matar al falso rey,
a tu rey Fernando, Mariana,
al que, en tu infancia pronunció
con lamento tu padre, él que te habló
de quien mató al Empecinado
y de un infante que no hereda
y quiere hacerlo:
el poder lo tuvo obsesionado.

Ibas a quemar vivo a un rey,
con cuatro matrimonios, pero sin hervor erótico…
… porque ni para eso sirvió Fernando VII
(tres esposas y no tuvo en su palacio
descendencia verdadera ni varones
con sus gonos ni quien lo llame,
con ternura, padre bueno, memorable, justo
éso es como la muerte, Mariana.

¡Eso es como la vela que resbala
de tu mano y quema al Pueblo…
eso es como la vela de Psique,
la curiosa, que gotea aceite caliente
sobre el pecho de Cupido!
Tu gota de ardor es liberal,
María Cristina, reina de borbones.

Ha muerto tu rey, Marianita

Ha muerto tu rey, Marianita,
niña de mano caliente, quemapueblos.
El que no servió para nada, a no ser
para morir enfermo en La Granja,
dio su tosido final, se lo llevó la brisa
o el Viento del Sur. O una estrella polar.

Fernando VII se quejó por la mucha
pólvora que cae sobre su pecho
cuando tú lo miras desnudo…
y le llamas mi rey, como si fueras
su pequeña infanta, Isabelita.
Lo mismo es que lo llames en Caracas
o desde el alma que te enseñó en Pepino
que eres una historia en el libro del dolor
de Moncho Lira, a él, al rey,
lo quisíste porque eres
sentimental, soñadora, pura, agradecida…
así se quiere al acaecer,
padre putativo del Ser
y la Muerte.

Se murió, Mariana, corre, vé y díle
a Juan Orfila Pons y Doña Nicolasa
que con una mano caliente,
tu mano y tu vela, limpiaste
la memoria de traiciones.
Te díste la catharsis
y por razón del coraje y lo que hicíste,
contento estará tu padre, Mariana.

Tu rey viejo y nefario no supo
conciliarse con nadie, y lo quemaste,
como se quema con aceite
el torso suave, efébico, de Cupido.
El odió a Simón Bolívar,
a Sucre, San Martín, Itúrbide;
odió a Miranda, a Washington,
a enciclopedistas, a Dantón,
a jacobinos, a pobres de La Bastilla…

¡Ah, puta sangre y pragmáticas sanciones!
Odiaba él todo, a todos, no se salvaba nadie
y el odio es muerte que busca derramarse,
vaso de impaciencia al que ya
no cabe una gota más de enojo.

Murió el 29 de septiembre de 1833.

El sujeto fementido

Todas las palabras, sin dejar una,
a menudo son amargas, sinsentido, inútiles,
más cercanas a blasfemia que a dulzura.
Has escuchado que te dicen: «Te amo»
y la frase es simulacro y fermento.

Quien habló ¡ay, de ese amor!
tiene prisa por herir a otros,
aunque a tí privilegia. Con otros
será que ejecute la dejadez, sin la pose.

Y tú has sobrepujado tu ser hasta lo insólito
(quieres creer en el Amor / La Ley, la Gracia)
y has llorado porque, de algún modo,
no son lo que esperabas. Desde un egoísmo
del Sujeto liberal, yo fementidoo,
la astucia formula unas razones económicas.

El paladín mentiroso

Adam Smith quiere ser hoy el sujeto solidario,
paladín socialdemócrata, conciliador de contrarios.

Ha secularizado la magia universal del Te Amo
y el encubrimiento es hipócrita, axiología relativista:
Eres más que palabra, Amor, y tu esencia
trasciende al discurso y al gesto,
a intenciones y estímulos.

Lo que han servido en platos exquisitos
es el bocado de la ilusión con La Mano Invisible,
la falsa providencia, que no procura
las condiciones mínimas de diálogo.

Dijo él que ama, «Te Amo», quien
sólo tiene voluntad de encubrimiento.
A la Libertad la tiene degollada.
La Igualdad que no se asome a su ventana
ni un momento; sólo los comunistas se pretenden
fraternos, iguales en derecho, iguales en vocaciones.

¡Qué ilusión opaca y fría, qué espejismo
el Te Quiero y No Puedo. En alguna gruta
se adelanta la finitud y el límite.
Ay, un cadáver verbal se decoró
con ternura imposible, viceversa caprichosa.
4-5-1977

Ya no me detengo

Abro mi paso. Yo no me detengo.
Mi prisa empuja secretamente lo que encuentra
y no puede evitarlo. Echate a un lado, cadáver vivo,
si observas que este viento arrecia en forma de persona
o se navega la barca que lo auxilia con su preciosa carga.

El sol está en mi sangre y lleva lo mejor del mundo:
estos egos cesados, este premio de muertos.
Me acompaña una zona vibrante de silencio
que como tal azota el luto y vomita sus cráteres.
Consumió lo que pudo desde su garganta
que tiene sed de alba.

A mis pies circula el río más caudaloso
(de tu monte, Carlos) y me añade la premura que me falta.
Me alcanza, me empuja, me reanima. De los valores
recobra a los ausentes remolinos y con la lengua
perfora más agujeros que los que queman en las almas.

¡Qué violenta y golosa es la tierra que conozco
por causa de esta prisa, de los pies a la boca!
Voy donde me lleva la promesa más pura,
la vida que brinca entre charcos y vientos,
de norte a sur, de meridiano en meridiano.
1-7-1977

La gloria cavernaria

Esta gloria de caverna me devuelve
la gruta de dulces salvajes, luchadores,
el río de las muchachas atroces, cálidas,
maternales, uterinas, quienes recobrarán
las voces y los pájaros en la mañana venidera.
En la náusea del pasado, no serán sus hijos
mercancía homogeneizada, lerdos vástagos
de la historia torpe y mezquina.

El sol y la negrura están pariendo
y en las rodillas se raja el ferroníquil
y el gneis dispara más palabras
que las que jamás he hablado.
Les daré nuevos cuerpos, ropas blancas.

Me arrastra la gravedad consigo
hasta el colmo de un dios escarabajo
para que se abra mi corazón desde lo oscuro
como una granada iluminada, estallante,
donde un hubo una pausa de dolor y angustia
y ahora exije su porvenir, barca de gloria, destino.
4-4-1977

La nueva moral

A los benedictinos

La nueva moral te quitará
el pan bendito, el ¡Ay sencillo!,
la alabanza, el encarecimiento.
Te quedarás sin sonrisa y sin labios.

La luz de fe se tornará en calvario,
en daga turca que te saca los ojos.
Te quedarás con las cuevas
y las sombras y fantasmales mitos.

En la nueva moral,
con porfía e insistencia, definirás
la pobreza: abundancia de deseos,
hartazgo temporal y óntico
y mano abierta de mendigo
y puño cerrado que avanza
hacia tu rostro, al clamor
de la sangre, hipotálmicamente.

¿Tu voto de castidad?
Talega de escarmiento:
Bobo de Coira.
por lujuria del objeto.
Obsesión que no cesa,
robarás las sabinas de panteones,
estafarás la carne por un betel de menta
que será el beso amargo,
el ardor nauseabundo, otro desaire.

¿Qué sabrás de obediencia?
Esta nueva moral no tiene centro
ni un timón en la barca.

¿Dónde hallarás los remos
y para qué una visión de proa?
La bruma, en mar abierto,
no tiene direcciones
ni un Norte que sea oriente:
te echaste al tiempo matemático
y el espacio es un extravío
en el río del olvido y sus tradiciones.

La desesperanza

Sin esperanza cada andrajo es más frío,
Más lepra, araña venenosa, aguijón y larva depravada.

¿De qué sirve la espiga y la humedad espesa,
las fuertes manos y mis propias raíces?

Sin esperanza no hay visión germinal?
No hay posibilidades. Infinito. Bostézame.

Entrégame el Aleph y házme como él,
Mago del Aire: ¿alguna sombra del amor
es suficiente?
24-11-1979

Espíritu

Rompo la cárcel de este núcleo de larvas.
Abro tu espacio en mí, sorbo de presencia.
Te doy mi ser enamorado. Escucho el fondo
oscuro el vacío y abro mi boca al pan vibrátil.
La causa de mi sed en mí se provechó.
Sed pura, incontaminada. Espíritu.
24-11-1979

De la muerte a la vida

Un mundo es... donde se toman las decisiones más esenciales
de nuestra historia, que nosotros aceptamos o desechamos,
que no tenemos en cuenta o que volvemos a repleatear, allí,
el mundo hace mundo... Desde el momento en que un mundo
se abre, todas las cosas reciben su parte de lentitud o de premura,
de lejanía o proximidad, de amplitud o estrechez. En el hecho de
hacer mundo se agrupa esa espaciosidad a partir de la cual se
concede o se niega el favor protector de los dioses. Hasta
la fatalidad de la ausencia del dios es una de las maneras
en las que el mundo hace mundo: Martin Heidegger

Voy a hacer mundo, pero no inventaré
una palabra que tenga el valor que todos quieren.
¿Qué sabe la tristeza de aquello que está fuera de sí?
¿Con qué nicho ecológico y cuidado
sabe la boca fría y el paladar de la Nada
de lo que es sagrado y se hizo obra.
o templo, o morada? La piedra carece de mundo,
pero los que van conmigo no son piedras.
A veces como larvas heridas van,
pero, en predictibilidad, la meta orgánica
que propongo por residuo la levantan,
levantan un mundo, aunque parezca inobjetivo
y fluyamos, en barcas de gozo y de suplicio,
de la muerte a la vida otra vez
y la maldición y la bendición
nos hagan camino
y nos mantenga arrobados en el Ser.
9-12-1988

Levantar un mundo

A Fray Bartolomé Las Casas (1474-1566)

Porque la muerte es la transición que vibra
en andanzas, en jaldas de caminares, cuesta arriba,
llegó el historiador, el prelado y el artista de una paz extraña.
El buscó que haya obra, que se levante un mundo,
que lo sagrado se abra y el proyecto se edifique en gloria.

El insinuaba la colonización sin armas,
el trabajo de la fe en recto espiritu social.
Eregir es consagrar cuanto se conoce,
dotar en el sentido de que una esencialidad
que sí, se quiere pura, esplendorosa,
dará las directrices.

Desde 1514, él lo quería y lo soñaba
y se fue a Cumaná, organizó su colonia de labradores,
el primer proyecto de la fe y el trabajo, de la compasión
y el futuro, pero, ay tristeza, fracasó. Venezuela, el fracaso.
Hay muertes económicas, hay muertes homicidas,
hay muertes como aquella de 1521,
utópica en el fondo, muerte gozosa para el vil
a causa del desprestigio organizado.

«Cumaná me has matado». La matanza
fue ejecutada contra sus colonos en faenas;
sembradores de ilusiones, labriegos a la tierra convocados
y, finalmente, pasados por espada de crucificadores.

Entonces, él se hizo dominico.
Un año después de que dijeron lo que hoy:
«Es utópico, majadero, mentiroso, soñador
del lado equivocado». Obispo de Chiapas (1544-47),
fue entonces y su nombre, Bartolomé.

Como primer prelado de América se le conoce
y fue nombrado en medio de matanzas, envidias y rencores.
Amaba al indio, al negro que heredaría el mismo
mal servicio y mal trato. Ay tristeza, tendría
que ser-obra de la obra de sus iniciales rectitudes.

Para que evitarse los equívocos al erigir un templo,
al rehacer el proyecto como tierra redenta y nuevo reino,
dijo que hasta en la fatalidad de la ausencia de dios,
el mundore genera el mundo. Obtuvo la cédula que prohibió
la esclavitud, al siervo en trabajo brutal y obligatorio.
Fue en Perú, tras su viaje (en 1530) a la Metrópolis.

Ya todos en América, de Nueva España al Caribe,
lo supimos. Las Casas no se duerme en los laureles.
Viejo trabaja, viejo vive, para ser la obra
de levantar un mundo, un eterno recuerdo.
6-6-1983

En la barca está un valiente

al Dr. Jerónimo Gómez Cuevas

«Perseguido, vigilado y acechado como tal, cayó en las redes
de la justicia militar y se le redujo a prisión en la Cárcel de
Distrito de Aguadilla, en donde permaneció algún tiempo
expiando el horrendo crimen de amar a su país… Gómez
Murió en Mayagüez a causa de una terrible y aguada dolencia
que adquiriera durante su encarcelación»: Andrés Méndez Liciaga,
Boceto histórico del Pepino (2da. edición), ps. 123-124

Lo ví. Iba en una barca y yo estaba en su orilla
recogiendo algunos hologramas de su pensamiento;
me dijeron: «Halla a ese hombre que volverá
a Pepino. Búscalo porque es sabio y, si le hablas,
a su regreso, sabrán ambos que no se sufre en vano».

Que hay amigos. Que hay consuelos.
Que hay solidarios. Soñadores. Militantes.

El vio a Europa demográficamente reventada.
Se duplicó la población de ese mundarro.
La mayoría no halló ni trabajo ni alimento.
Llegaron hasta América y la esperanza fue,
cuando no riqueza, mejores condiciones,
ideológicas, para el pensamiento.

El es sabio. Sabrá serlo otra vez.
No se pierde lo aprendido. Tú no lo víste entonces;
pero hoy que vas conmigo, en barca de gloria,
aprende lo que él vio, imítalo, encuéntralo.

Del imperialismo de librecambio,
la búsqueda fuera de Europa de mercados
y materias primas, él supo; aprende de él que murió
por las miserias excesivas de la cárcel
y atreverse a decir lo que el cobarde calla.

Los darwinistas sociales nos gobiernan;
las sociedades que se dicen avanzadas
como sangüijuelas se chupan a las pobres.

Han vuelto a cristianizar con el supuesto
de que son superiores, moral y culturalmente,
los que han sido brutos invasores, emisarios imperiales
de un poder que despoja, inferioriza y mata.

No lo desconozcas cuando lo veas.
Todo cuanto te diga él te será util.
El sí conoció las Potencias, la crisis de 1873
que desencadenó estos karmas colectivos,
el descenso de precios, el proteccionismo,
gravámenes tarifarios.

El supo sobre Inglaterra, con sus colonias en Africa,
Asia y el Pacífico; sobre excedentes de capital
de Holanda y Bélgica, él conoce.
De la España represiva, del Componte,
de la gesta de Lares, él puede hablarte.

Lo van a regresar allá, donde vivió,
Mayagüez y Pepino, y él te dirá su nombre
antiguo, Jerónimo, y sabrán, él y tú, por confesarse
mutuamente sus ricas procedencias,
que la americanofilia está de moda
con las águilas y halcones más voraces
y que una parte preclara del vivir es combatir
política y espiritualmente el imperialismo.

El asesino del sujeto

Un solo hombre ingrato perjudica
a todos los que sufren: Publilio Siro

Para protegerse del olvido, el asesino
se especializó en la muerte del sujeto
y privilegió al Ser, al suyo, aunque al otro,
al yo ajeno, lo hundiera en dolor, en carencia,
en angustia y abuso. La univocidad,
su presencia metafísica, lo convirtió en homicida.

La razón más total y sus clausuras
desvinculó lenguaje, ser, motivos,
naturaleza y cultura, sólo él se observaría
narcísticamente en el espejo de lo vivo,
sólo él se llamó a sí mismo el bueno,
el justo, el civilizado, digno del mundo;
él, cualquier sujeto, fue un rival.

Por eso el asesino epistemológico
descabezó la ontología. ¿Desde dónde
disparó (mal rayo parta) que mató el conocer,
con el ser equivocado, y al ser real
no lo quiere conocer?

El unívoco, dogmático, censurante asesino
es un relativista postmoderno: superficial,
indefinido, metafísicamente prepotente,
dispara como todos los nihilistas,
cualquier espacio es su vacío,
su Nada, su anti-esencialismo.

La Nueva Derecha

A Tomás Jefferson

Urge que regrese nuevamente aquel a quien reciben
en Su Orilla; mírese el respeto que inspira,
cómo se abrazan a él sus viejos conocidos.

Y te juro que vendrá, aparecerá cuando la Nueva Derecha
ni lo espere, cuando más cochina sea
la publicidad conspirativa y la dominación ilimitada
y universal que Norteamérica ejecuta contra el mundo.

Míralo un instante y no le digas que su país
se ha convertido en nación de buitres sanguinarios.
Una vez dijo él lo mismo de Europa. Sustituyó
en París al embajador Benjamin Franklyn.
«Europa es un infierno: Jornada de sangre».

El es profundo, rico abogado, hacendado
en Virginia; pero él desprecia a los tiranos
y su Dios se parece al tuyo, es amor militante.

Y bien que sabía que Benthan es quien enfrentó
a Danton y Marat y que la inteligencia británica
manipuló al Duque de Orleáns y Jacques Necker.

Bien que sabe el Estado Fascista es, en esencia,
napoleónico y que la Confederación de los esclavistas
y banqueros y aristócratas aún en Norte América
es un invento de Lord Palmerston.

Urge que regrese: los mismos espías de ayer
hacen lo mismo hoy y falta su voz,
su moral, su discurso.

El cadáver en la bañera

En lamento por los sanguinarios

Ven a examinar esa bañera.
Sangre por doquier hallarás.
Lo mató una mujer, su concubina,
Carlota de Corday.

Lo traicionó con saña, lo condenó
al desperdicio. Salpicada de sangre está
la historia del valiente. En su voz ya se aupó
un cuchillo y en el Club de los Cordeliers
hay confusión y lamento.

Su cadáver ya lo reclamó Cerbero.
En camino va, Marat, el médico.
El virulento panfletista conocido
como El Amigo del Pueblo.

Una mano invisible no lo quiso.
La sangre de las Matanzas de Septiembre
convocó a más terror, pide más muertos
y desde embajadas inglesas no descansa
el complot, el intervencionismo.

Divide y vencerás, divide la Gran Cabeza
organizadora, al abogado Robespierre,
discípulo de Rousseau, porque se llama
a sí mismo «Incorruptible» y su ideal lo fanatiza.
Son muchas las adulaciones para su hambriento ego.

«Robespierre es virtuoso; pero su virtud
lo volverá terrible; al mérito de los intereses
de la patria lo sacrifica todo, Santa y Virtuosa
Guillotina, ¡cuánta gente deja su cabeza
en tu puerta, en tu navaja, en el patíbulo!»

¿Qué mano invisible dio a Carlota semejante daga?
Mató al líder, el de la Fe inflexible.
¿Quién te llamará al odio, Jorge Jacobo,
sans-culotte, líder de los descalzonados,
odiador de los puritanismos?

¿Será la misma Mano la que te acuse,
te arreste y guillotine?

Si amaste a Francia por encima de todo
(y a las mujeres alegres y hermosas),
cacarizo, nariz rota, ¿quién es quien
hoy se armó, quién eligió a la dama
que sacó sus ojos al amigo, al camarada,
quién pudiera llevarte a tí a la muerte?

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Acerca del autor

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Biobibliografía

Carlos López Dzur, miembro de la Generación de Escriores y poetas del Setenta en Puerto Rico. Comenzó a publicar sus libros en los 80; educado en la Universidad de Puerto Rico, San Diego State University, Universidad de California y Montana State. La mayor parte de su obra expuesta en las redes de la internet. Se ha dedicado a la enseñanza de Historia y Filososofía Contemporánea y el periodismo. Tiene más de una veintena de libros escritos (prosa y poesía). Entre ellos, «Teth mi serpiente», «Tantralia», «Lope de Aguirre y los paraísos soñados», «Berkeley y yo», «El pueblo en sombras», «Heideggerianas» y otros.